lunes, 21 de abril de 2014

Lo desconocido


Marta caminaba por un sendero angosto. Llevaba andando desde hacía ya siete años, siete meses y siete días. Sus pies estaban hechos de plomo, barro y lluvia. El pelo revoloteaba tocando las paredes y se enredaba en las ramas de los arbustos. Los hombros se habían hundido hacia el pecho, dejando apenas entrever el escuálido cuello, fino y rígido, que aguantaba la enorme cabeza con una encomiable. entereza. De repente, a unos metros de distancia, vislumbró una esquina. Era la primera que encontraba después de siete años, siete meses y siete días. Marta se derrumbó. 




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